Dios Pelea Nuestras Batallas

Dios Pelea Nuestras Batallas

“No tengan miedo, les respondió Moisés. Mantengan sus posiciones, que hoy mismo serán testigos de la salvación que el Señor realizará en favor de ustedes. A esos egipcios que hoy ven, !jamás volverán a verlos! Ustedes quédense quietos, que el Señor presentará batalla por ustedes”. Exodo 14:13-14

La palabra éxodo significa “salida” o “partida”. Se refiere, por lo tanto, en este libro del Exodo, escrito por Moisés, a la poderosa liberación que Dios dio a Israel de la esclavitud en Egipto, y su partida desde aquella tierra como el pueblo de Dios.

El Exodo fue escrito para proveer un registro perdurable de los actos redentores de Dios en la historia por los cuales libró a Israel de Egipto, la estableció como nación escogida, y le dio la revelación escrita en lo concerniente al pacto que hizo con ella. También fue escrito como un eslabón de importancia suprema en la auto revelación general y progresiva de Dios que culminó en la persona de Jesucristo en el Nuevo Testamento.

Moisés, con 80 años de edad, fue el hombre escogido por Dios como líder de Su pueblo a través del desierto, una vez librado de la penosa esclavitud de más de 400 años a manos de los egipcios. No fue nada fácil, semejante tarea para Moisés, pero El Señor tenía un plan trazado: mostrar Su gloria y esplendor ante el corazón endurecido del faraón, además de la incredulidad y desobediencia del mismo pueblo de Israel.

Esta historia, está llena de grandes enseñanzas y lecciones, para cada aspecto y área en la vida de todo creyente y seguidor de Cristo, tales como: el liderazgo, cómo desarrollar los dones espirituales, la convivencia en la comunidad, la obediencia a los mandamientos de Dios, la perseverancia y sobre todo la fe.

Esto nos recuerda y es evidencia que, en medio de las batallas de la vida, es “el Señor quien pelea por nosotros”. En este pasaje, Dios le asegura al pueblo que él peleará por ellos, pero ellos tenían que avanzar hacia el Mar Rojo con fe, es decir, caminar por fe, convencidos de la promesa del Todopoderoso.

Dios pelea por nosotros, solo El nos pide que tengamos fe y obediencia a Su Palabra. Exodo 15:3 nos dice: “El Señor es un guerrero; su nombre es el Señor”. Lo cual significa, nada menos que el Señor está atento en cada una de las batallas que él sabe que sus hijos experimentan cada día: enfermedad, finanzas, empleo, tentaciones, angustia, soledad, incomprensión, injusticia, indiferencia, falta de perdón, abuso físico, emocional y sexual, violencia, etc.

Cuando hablamos de batallas, en un lenguaje coloquial, nos estamos refiriendo a todas aquellas dificultades, momentos de angustia, adversidades que se nos presentan en el diario vivir. Unas veces como consecuencia de nuestro precario discernimiento en la toma de decisiones personales y en otras ocasiones son parte de la insensibilidad del mundo actual en el que vivimos: egoista, corrupto, pecador y materialista.

Pero el Señor nos pide obediencia y fe para revelar su plan en cada uno de nosotros. Leamos Exodo 17:11 “Mientras Moisés mantenía los brazos en alto, la batalla se inclinaba en favor de los israelitas; pero cuando los bajaba, se inclinaba en favor de los amalecitas”.

Al alzar los brazos al Señor, Moisés revela su dependencia de Dios y su fe en él. La fortaleza y la victoria del creyente se fundamenta solo en un continuo acercamiento a Dios mediante la oración, fe y obediencia. Cuando Moisés bajaba la guardia, o sea dejaba de orar, cesaba el derramamiento del poder divino para su pueblo. Este principio opera hoy también.

Si no se clama diariamente a Dios en oración y cambiamos nuestra mentalidad carnal a una mentalidad espiritual y santa, entonces dejará de fluir hacia los creyentes la vida, protección, bendición y gracia divinas.

Nuestra única esperanza de victoria se fundamenta en el constante acercamiento al trono de la gracia por medio de Cristo, a fin de recibir el poder y la gracia de Dios que nos ayude en los momentos de necesidad. El Salmo 102:17 nos confirma “Atenderá a la oración de los desamparados, y no desdeñará sus ruegos”.

Confiar es sinónimo de fe y obediencia, para Dios. Nuestro Padre Celestial se deleita en sus hijos, cuando ellos disponen el corazón para honrarlo en toda circunstancia, en cualquier momento, por oscuro que este sea, porque El ve y sabe qué hay en cada corazón. Salmo 108:12-13 “Bríndanos tu ayuda contra el enemigo, pues de nada sirve la ayuda humana. Con Dios obtendremos la victoria; ¡él pisoteará a nuestros enemigos!”

En la carta a los Romanos, Pablo nos anima, no solo a confiar en el Señor, sino que nos expresa una maravillosa promesa del Padre. “¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? Romanos 8:31-32

Orémos: Padre Bueno. Alabado por siempre sea Tu Nombre! Gracias por los planes que tienes para mi, mi familia y mi iglesia. Sé que estoy pasando por un momento de dificultad, pero me has mostrado antes, que Tu res el Señor y confío en ti. Me has levantado. Has peleado otras batallas por mi. Me has librado. Hoy no me sueltes de tu mano poderosa. Te necesito. Si te tengo a ti lo tengo todo. Declaro ahora mismo la victoria de esta batalla, en el nombre precioso de Cristo Jesús. Amén.

Hebreos 13:5 “Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho:«Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.»

Que Dios te bendiga!!!

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